Quiero tu pregunta en mis laderas
y tu hambre de silencio
horadando tu corazón
hasta ti.

Quiero tu asombro
en mi quietud,
tu virtud en mi cumbre,
y en mi amor, tu entrega.

Tu piel tostada
no regresa
se queda,
como los nidos
y los pinos
arraigados en rocas improbables,
altos como la virtud
sencillos como los buenos
buenos como los grandes
adorables como tu.

No me decido…
¿Me seduce más
con barba de dos días,
o desnuda
como los corazones valientes?

La respuesta aguarda
divertida
en el recoveco de una caricia.

No me decido…
¿Me seduce más tu mirada derretida,
esa que se te cuela
sin tu saberlo,
o el sable en tu mirar
que no se deja doblegar?

Sólo el silencio
lo deja todo, por el silencio.
Sólo se derrite
quien no se doblega.

2016