Quizás sea el acontecimiento más sentido y comentado del siglo, la monarca de monarcas, la Reina Isabel II de Inglaterra, ha muerto. Su vida es una apoteosis de dignidad, gracia y fortaleza. Poner el deber sobre lo que es cómodo, elegirlo sobre lo que nos resulta agradable, colocarlo por encima del merecido descanso y priorizarlo incluso sobre el legítimo derecho a estar de duelo, requiere una clase de fuerza que sólo confiere el alma.
Su reinado fue el más largo de la historia del Reino Unido, teniendo tan sólo 10 años fallece su abuelo el rey Jorge V, once meses después abdicaba su tío Eduardo VIII, situando a su padre como rey y a ella como heredera al trono más grande del mundo. “Inquieta yace la cabeza que lleva una corona” decía Shakespeare, aludiendo al peso de la responsabilidad, sin que Shakespeare soñara con añadir a ello la incalculable carga de ser foco de las cámaras a nivel mundial.
Reinó durante 70 años, siendo la monarca de 7 países y la cabeza de la Commonwealth institución que logra la transición del imperialismo al agrupamiento amistoso de 56 naciones. Pidió a 15 Primeros Ministros que formaran gobierno, conoció a mas de media docena de Papas, viajó incansablemente tendiendo lazos con cabezas de estado, monarcas y pueblos, siendo invariablemente respetada y admirada por su ejemplaridad y amabilidad. Fué benefactora de más de 600 Organizaciones sociales y abogó por la libertad de credo, dando ejemplo de su fe, con su inquebrantable rectitud.
Juró a los 21, si… sólo 21, “entregar su vida fuera ella larga o corta, al servicio de su nación”. Fue larga, muy larga. Fué entregada, sin reservas. Lo que sentimos y lo que observamos en el mimo con el que se despiden millones, dejando notas casi familiares en su ramos de flores, suspendiendo sus actividades, permaneciendo horas en colas interminables para llegar a la verja de Buckingham, es que no sólo logró personificar el deber, virtud asociada a la dimensión masculina de la energía; sino que se convirtió en una gran madre, a escala global.
Sin exageración puede decirse que “Reina” en la mente colectiva, es un título la nombra a Ella.
La vida nos entreteje para que las virtudes conquistadas por cualquiera de nosotros, inspiren a los demás a enriquecerse. Es así no sólo con los que tenemos cerca, también las personalidades que asumen sobre si la atención mundial, nos tocan. Quizás su obra pueda hacernos reflexionar en el concepto de intensidad, dejar de asociarlo a aventura, fiesta o romance y verlo como algo que la vida concede a quien se alinea con lo que la vida propone.
Quizás también pueda decirnos algo sobre la “juventud duradera” en estos tiempos tan buscada, en clínicas de élite o con comportamientos que niegan la edad real. Conmueve la foto dos días antes de su fallecimiento en el castillo de Balmoral solicitando a Liz Truss que forme gobierno. Su ejemplo parece sugerir que el premio a una vida de cumplir con el deber, sin queja, ni huída, es mantenerse lúcido y comprometido hasta el mismísimo final, como si la responsabilidad asumida con clase, fuera el verdadero elixir de la juventud… a nuestro alcance.
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