Acompañan,
no porque estén
siempre que las manecillas
del tiempo
marcan
intensa necesidad,
sino porque tienen
esa sagrada voluntad
de estar,
que les lleva a dejar,
lo que sea,
para acabar llegando.
Acompañan,
no porque siempre tengan
la palabra justa
en la ofrenda de su palma,
sino porque escuchan
con todo el corazón.
Acompañan, cuando están cerca
y cuando están lejos,
acompañan,
con esa presencia suya
casi tan
en-to-das-par-tes
como el aroma del pan
o el mismo aire.
Mmmmm… En todas partes.
En los sueños, los recuerdos
las dedicatorias de los libros
la cocina,
el futuro y la sonrisa.
En el suspenso insoportable
de los amores
que se inician,
y el casi insoportable desconsuelo
de los que terminan.
En esos trances
que siempre llegan,
cuando perdemos la brújula
con nuestros hijos,
y en el tiempo sagrado
de ir pasito a paso
hasta el final del muelle
de las lágrimas,
cuando ponen
rumbo al cielo
nuestros padres.
Acompañan,
no porque eviten la caída
sino por esa adorable forma
de extender
el alma
y la mano.
No porque eliminen el dolor,
sino porque lo abrazan.
No porque estén de acuerdo siempre,
sino porque respetan
todas las veces.
Acompañan,
no porque detengan el tiempo
o sus pérdidas,
sino porque son
tan fieles
tan testigos
tan constantes,
tan amigos,
que es en ellos
y por ellos,
que acabamos por ver
la belleza
que la madurez otorga.
Acompañan tanto,
que se entretejen
a tu alma
y no distingues
tu ser,
de tu ser en ellos,
y pese a tu libertad
comprendes,
que no existe tal cosa,
como tu ser,
sin ellos.
Creo que nunca sabré hacerte expresar mi agradecimiento con palabras.
Agradecerte que desde el primer momento que me abriste las puertas y la confianza. Abriste la puerta a que yo me sintiera valorada y apreciada.
Supiste ver en mi algo que yo no era capaz de ver ni de valorar. Me ayudaste a sentirme útil y no puedes imaginar cuanto me ha ayudado en los momentos difíciles. Recordar que todavía quedaba alguien que veía alguna cualidad en mí.
Siendo yo a veces mi peor juez y verdugo, excesivo apego al perfeccionismo, y cometiendo el grave error de compararme siempre con los demás, he sido yo misma quien más se ha castigado y por ello me he sentido perdida en muchas ocasiones.
Y tú has estado allí, siempre con las puertas abiertas, incluso también en tus momentos duros y difíciles. Y allí seguimos ambas, tratando de elevar el vuelo, elevando siempre la mirada hacia el alma, nuestro ángel solar, y gracias a eso, y a toda la labor que realizas compartiendo tu saber y conocimientos. Gracias a ti, a todo esto y a todos los momentos compartidos, al universo, y a todo esto que nos mantiene en el camino a pesar de las piedras, tormentas y todos los tropiezos.
Eternamente agradecida.Bendiciones.
Tienes razón, las palabras no nos bastan… Sigamos dejando que hable el infinito en la mirada; sigamos sonriendo al vernos como si en cada sonrisa estuviera la primera, y en todas nos comprometiéramos a estar hasta la última. Sigamos trabajando juntas de esta forma silenciosa, constante, como si ofreciéramos al mismo Dios nuestra devoción callada. Ver tu belleza siempre fue fácil, sólo se requiere la dósis adecuada de silencio… Que él nos siga inspirando.
Sin palabras!
Bello, hermoso…