Si el mundo quiere correr,
que corra;
pero tu mente se puede aquietar, 

si así lo eliges.
Una mente inquieta

es como un granjero necio
que comenzando por el lugar correcto
cava diez pozos
y no llega al agua.

Si el mundo quiere correr,
que corra.
Date tiempo
para eso que ellos llaman
“perder el tiempo”…
Ponle por nombre
vivir con pausa, respirar.
Bautízalo valorar, revisar,
adueñarte de tu historia.
Llámale profundizar,
hablar de ti con alguien de mente luminosa,
ahondar de veras,
llevar luz a las raíces de tu sentir.

Al hacerlo descubres que la pausa
era el mapa del tesoro,
el pergamino con la ruta a la libertad.

Liberarse es estar atento, presente, 

en ese tiempo 
entre estímulo y respuesta

donde lo nuevo llega a ti.
Atento, presente,
sin reaccionar,
sin repetir,
descubriendo.
Eligiendo.

Eligiendo.

Luego de un tiempo
dándote tiempo
tu mente se vuelve sabia.
Gana desapego,
adquiere discernimiento,
se ha convertido
en una compañera luminosa.

Te ahorra
los cien peldaños
de los éxitos huecos,
los cien espejos rotos
de las relaciones sin ti,
las cien noches
con los ecos de tu voz buscándote,
sin saber a donde ir.

Si el mundo quiere correr,
que corra.
Tómate tiempo,
mucho tiempo,
para eso que ellos llaman
perder el tiempo.

Con una compañera luminosa…
ganas un siglo.

Y a ti.