Feliz día de la madre.
En este gran movimiento global, tenemos la oportunidad de ayudar a que un cambio en los valores nos lleve a mejores relaciones personales, familiares y con la Madre Tierra. Miles de personas ven que la clave está en crecer interiormente. En la medida en que lo logremos nuestros jóvenes podrán crear familias más sanas, podremos sustituir el acento en tener por ser y además de cuidar a la Madre Tierra ellos podrán traer al mundo a las almas viejas que esperan encarnar.
En este contexto quisiera ofrecer homenaje a lo femenino como esencia equilibrante. Desde el punto de vista espiritual el machismo es un desequilibrio que si bien en apariencia sólo daña a las mujeres, de hecho nos hiere a todos. Cuando estamos heridos hacemos daño, a la vista está. Sin embargo es también cuando estamos heridos cuando podemos encontrar el sentido más profundo de la vida y curarnos. La visión espiritual es una medicina esencial.
Los seres humanos estamos constituidos por siete planos de conciencia; tres dimensiones de la personalidad, tres dimensiones superiores del alma y el espíritu. En las dimensiones de la personalidad (plano físico, emocional y mental) podemos rastrear la constitución básica de lo femenino y lo masculino, que nos muestra como el machismo hace daño a todos.
Las mujeres tenemos naturalmente más desarrollo del campo de conciencia emocional, los sentimientos, las necesidades afectivas. Los hombres tienen naturalmente mas desarrollo del aspecto físico y por influencia cultural desde hace siglos la fuerza física (y la capacidad combativa asociada), ha sido sinónimo de dominio. Ese dominio les ha otorgado privilegios en demérito de sus compañeras, madres, esposas, hijas, hermanas. Esos privilegios acentuaron más el desequilibrio al darles acceso antes al despliegue del campo mental, la educación, la toma de decisiones, el manejo del dinero; el desbalance de poder aumentó. Desde hace unas cuantas décadas gracias a pioneras indomables, el acceso de las mujeres al campo mental (que es neutro) ha producido una revolución; han demostrado que siempre fueron igual de inteligentes, eficaces, creativas, decididas y valientes que el mejor.
Así llegamos a la situación actual (logros válidos para el primer mundo):
En el plano físico nos hemos nivelado – la fuerza bruta para manejar espadas pesadas o el arado, no es necesaria.
En el plano mental nos hemos nivelado – no existe área de la ciencia, las leyes, la política, las artes, la educación, las fianzas en donde las mujeres no hayan desplegado la excelencia.
En el plano emocional – los problemas abundan. Lograr una comprensión más profunda de la naturaleza espiritual, es el paso hacia la solución. El equilibrio interior es la clave ya que las tres dimensiones del alma sólo se activan, si las de la personalidad se armonizan.
Así como las mujeres han adoptado las áreas mental y física (hay que recordar la liberación que supuso tener anticonceptivos) si deseamos equilibrio en bien de todos, los hombres deben ver el crecimiento emocional no como una demanda incómoda de las mujeres de su vida, sino como la clave de su propia completud y felicidad. Una comprensión personal, individual, intransferible es la condición para nadar contracorriente, la cultura no hará el cambio hasta que un número suficiente de individuos lo haga.
Hoy en el día de la madre, podemos rendir homenaje a lo femenino en varios niveles:
A las madres de varones han logrado ver la clave y han educado sin machismo.
A las jóvenes que están comprendiendo que merecen un novio emocionalmente presente y se atreven a confrontar para averiguar si él puede crecer.
A las pioneras que lograron el comienzo del equilibrio en los derechos sociales.
A los hombres del pasado y del presente con un buen femenino interior ( inteligencia emocional, empatía, ternura).
A los que ahora eligen ser personas más completas y aceptan el desafío de crecer interiormente.
El plano del sentir tiene su expresión más elevada en el amor. Que el equilibrio interior sea el camino, el equilibrio exterior llega solo y con él, el amor florece.
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