Ansiedad y depresión
Pueden ser agrupados por ser ambos trastornos muy frecuentes. En la ansiedad hay tensión mental y física, que malgasta los recursos del organismo, reduce el rendimiento.
Reduce la capacidad de recuperarse ante cualquier contratiempo y la capacidad de adaptarse en lo normal y cotidiano. Es imposible disfrutar la vida y estar ansioso al mismo tiempo.
El futuro se ve como amenazante, porque se proyecta sobre él algo negativo del pasado, de forma inconsciente y compulsiva. De hecho para quien tiene ansiedad, no hay futuro, sólo hay proyección del pasado.
DEPRESION
En la depresión el futuro también se ve como negativo, no necesariamente amenazante pero sí gris oscuro, o negro, exento de estímulo, carente de esperanza. Los recursos del organismo se han ido agotando, no quedan fuerzas para luchar, ni para construir, ni tan siquiera para compartir, mucho menos para ilusionarse. Sólo se sobrevive a medio gas.
MEDICAMENTO IMPERIAL
Ambos trastornos tienen que ver con sucesos dolorosos no integrados, o en otras palabras lecciones no aprendidas. El medicamento imperial es consciencia, lo que cura es comprender, liberarse las creencias y emociones limitantes, ver de forma nueva, cambiar el significado que se ha dado a los eventos.
En mi experiencia tanto la comprensión que deviene del diálogo terapéutico ( aprender a verse, preguntarse, responsabilizarse, conocerse) como la Homeopatía, y las Esencias Florales producen cambios de fondo, permiten comprender, permiten dejar de sentir “que mala suerte tengo que esto me pasa a mi” y pasar a sentir “ si ocurre, es necesario, pasa para mi, contiene un regalo”.
En los casos en que el bloqueo es muy hondo, o muy antiguo y los síntomas son serios, las sesiones de Auto Observación producen, cual cirugía psíquica, cambios estructurales, suele haber un antes y un después, cuando se trata de rabia largamente retenida, con duelos no resueltos y con temores limitantes.
DE VICTIMA A APRENDIZ
Tanto si es la ansiedad o es la depresión el punto de partida, se considera que la terapia es exitosa no cuando los síntomas remiten ( que deben hacerlo) sino cuando conducen a una cambio en al visión de la vida, a entenderla como un proceso de permanente aprendizaje. Ese cambio de visión requiere distinguir entre sufrimiento ( dolor innecesario) y dolor existencial, ese que aunque es displacentero es evolutivo, nos enseña, nos purifica, nos lleva más allá de nuestras limitaciones actuales a niveles más amplios de comprensión, sabiduría y compasión.