En verdad, Jesús el Cristo nace durante las horas del solsticio de invierno, la media noche del 21 de Diciembre. En los primeros siglos, su nacimiento fue celebrado el 22, pero más tarde la fecha fue pospuesta por razones políticas para el 25 de Diciembre, desfase que sigue para muchos hasta estos días. La propuesta de celebrar una Navidad interna, en el momento real del nacimiento (el solsticio) y una Navidad familiar con cena, regalos y festejos el 25, ofrece la inestimable ventaja de vivir ambas situaciones con plenitud. Aprovechar el momento de alinearnos a un evento energético que vuelve a darse cada año ( el que Jesús por su extraordinaria conexión al alma eligió como día de Su nacimiento) es de gran importancia para nuestro despliegue gradual en el Sendero de la luz.
LA CIENCIA DE LAS CORRESPONDENCIAS
Hay una ciencia antigua como el tiempo, que la cultura occidental ha olvidado y lentamente empieza a retomar: la ciencia de alinearse con el gran ritual que se lleva a cabo en la naturaleza y en nosotros. Es la ciencia de los ciclos, de las relaciones entre las dimensiones cósmicas y las humanas, relación posible porque el ser humano tiene esencia de estrellas.
Los momentos energéticamente cruciales pueden traducirse en un pequeño despliegue interno más, o pueden pasar de largo. Lo que ocurra depende de orientamos a ellos, o no. Miles de personas observan esos ritmos, unirnos es posible, para así formar entre todos una corriente cada vez mayor.
La importancia del movimiento del Sol y la Luna sólo se comprende cuando entendemos de acuerdo a la Ciencia de las Correspondencias que el Sol y Luna no están sólo afuera, sino afuera y adentro. Así como el aire, que mueve las hojas del álamo, dentro nuestro viaja desde los pulmones a las arterias y más allá hasta cada célula, así ocurre con la vibración de las dos grandes luminarias. El Sol y la Luna ofrecen energías sutiles, campos magnéticos, vibraciones elevadas, vitalidad y otra serie de nutrientes a los distintos cuerpos del ser humano. No somos sólo carne y hueso, ni siquiera somos sólo carne y sueños; somos el alma eterna, la sustancia misma de lo divino, esperando iluminar la mente y las emociones para encender de amor los momentos.
El Sol y la Luna tampoco son sólo cuerpos celestes, son conciencias que dialogan energéticamente con otras grandes consciencias, en ese todo viviente que llamamos Universo. Su movimiento en el cielo correlaciona con un movimiento interno, que puede ser conocido y tiene unaenorme importancia para nuestro desarrollo.
Cuando decimos “que puede ser conocido” nos referimos a la experiencia, a la introspección lúcida, a desvelar los patrones limitantes de la mente y dejar de repetirlos. Nos referimos a la astrología como herramienta del despliegue de la consciencia, único uso lúcido para esa ciencia. El camino al alma es la senda del despertar. Como el padre de la Psicología Profunda, Carl Gustav Jung, discípulo directo del Maestro Dhual Khul, dijo: “quien mira hacia afuera, sueña; quien mira hacia adentro despierta”. Conocerse para transformarse es la clave.
El Sol – representa nuestra conciencia o el alma.
La Luna –representa nuestra mente, la personalidad.
Ciertas alineaciones del Sol y la Luna en el cielo, favorecen la alineación del alma y la personalidad en nosotros y deben ser vistas como portales, como valiosas oportunidades.
Veamos algunas ideas sobre la oportunidad que el Solsticio de Capricornio lleva consigo, para orientarnos y recibir sus dones.
NAVIDAD ES NACER A LA LUZ DEL ALMA
Así como Buda nace en la luna llena de Tauro, así Jesús nace en un momento astrológico especial. Los grandes seres están en conexión a la vida mayor, nada en sus biografías es accidental, nada ocurre a destiempo, todo pasa de tal forma que puedan vehicular la Luz y el Amor. Nosotros podemos a nuestra medida orientarnos para ser vehículo de las energías entrantes, algo que es mera fantasía si no trabajamos en iluminar la sombra; pero que es real, si lo hacemos. Las virtudes que ofrece Capricornio de: ascenso gradual, constancia inquebrantable, persistencia a pesar de las condiciones adversas, sentido de la responsabilidad y realismo, resultan esenciales para hacer del progreso una realidad.
El Solsticio no sólo es el momento de noche más larga (Jesús nace en el hemisferio norte) y por tanto el instante en que comienza a aumentar la luz; sino también la entrada de la energía de Capricornio y el inicio del arco del sol en dirección al Norte.
Como meditadores podemos sintonizarnos a los dos eventos, el aniversario del nacimiento de Jesús como hecho histórico y la posición relativa de la tierra al sol en el solsticio para recibir en presente una energía que nos facilita abrir el corazón.
¿Qué ocurre cuando el corazón se abre? Que la pureza, la inocencia, la cordialidad, la ternura, implícitas en el nacimiento en Belén, conforman en nuestra personalidad un campo magnético atractivo al alma… y el alma puede descender y relacionarse de forma íntima con la personalidad.
PRACTICAS DURANTE EL MES DE CAPRICORNIO
Si bien estamos acostumbrados a pensar en “la sangre del Salvador” sólo como la sangre que Jesús derramó por amor a la humanidad, la realidad es que también los rayos rojizos del sol a la hora del amanecer son también “la sangre del salvador”. Proporcionan una energía de cualidad insustituible vitalizando las facultades del alma; esto es aún mas sagrado durante los amaneceres del mes de Capricornio.
Si adicionalmente visualizamos una estrella de 5 puntas en la frente ( la de Navidad que es fácil ver en los árboles y en muchos puntos de nuestras ciudades) facilitamos la orientación.
Si formamos con el cuerpo la estrella ( como en el dibujo de Leonardo) aumentamos más la alineación. La estrella es la meta. La estrella eres tu cuando tienes las cinco puntas; cuando la vibración del cuerpo físico, el emocional, el mental y la de la personalidad integrada se alienan con el alma.
nota – En 2021 el solsticio ocurre a las 17.59 CET
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